lunes, 28 de abril de 2014

Mi alma antigua en pleno huracán

Es como un pozo sin fondo. Tener la sensación de que un huracán te arrastra y tu no puedes hacer otra cosa que observar como todo es oscuridad y confusión a tu alrededor.
Todo aquello que se puede considerar lo normal, lo correcto, lo predecible, no funciona. La gente engaña, manipula, desaparece. Parece que lo importante es conseguir tu objetivo, sin importar qué o a quién destroces en el intento. El placer es una necesidad y el amor una enfermedad a evitar. El cariño no sirve para nada, y toda amistad tiene como fin último, conseguir un propósito prefijado por una de las partes.

Ya nadie cree en el amor, en ayudar a los demás, en las miradas que lo dicen todo; ya nadie cree enamorarse de una sonrisa, ni la importancia del saber morir y vivir por los demás. La gente necesita proclamar cada pedazo de misericordia, cada acción positiva que realiza, como si fuese una nueva medalla de guerra que colocarse en la pechera. Nadie hace buenas cosas por los demás, sino por la constante necesidad de ser reconocido como algo más que un ser humano.

Y es en este mundo en el que mi alma antigua pretende darse cabida.
Echo de menos cuando un beso significaba un mundo, y la palabra "amigo" representaba un compromiso de por vida hecho desde el cariño, la confianza, y el respeto. Cuando la felicidad era compartida con unos pocos pero todos la podían ver en la cara de los demás. Cuando se tendía una mano a cualquiera que se cayese en el camino, a pesar de no ser más que un desconocido hasta el momento. Echo de menos parar a escuchar el viento y a oler el mar. Las conversaciones nocturnas y el soñar despierto. Cuando una mirada eran mil palabras, tres gestos, y una promesa. Cuando todas las noches había espacio para mirar a la luna y los cuentos de hadas se hacían realidad. Echo de menos la esperanza de que todo acabe bien.

Y ahora, ahora  estoy en el último lugar en el que te gustaría verme.
Siento que la pena, el desconcierto, y el frenesí del huracán me invaden. Siento que a cada vuelta que doy, pierdo parte de mí; parte de ese alma antigua se pierde con cada aproximación a aquello que ahora se considera "normal".
Y no quiero, y me da miedo perderme. No quiero besos vacíos, ni promesas que no valen nada. No quiero canciones dedicadas ni indirectas efímeras.
Lo único que quiero, es que vengas aquí, como antes, y me susurres en voz bajita, que todo va a salir bien, porque tu y yo somos lo único que hace falta para ver la luna,y tal vez, realizar los sueños antiguos en este mundo loco.

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