martes, 31 de mayo de 2016

Full Moon

Es un error.
Lo pienso mientras te miro, y tus grandes ojos negros se mantienen fijos en mí, significando más de lo que dicen.

Es un error.
Me lo repito mientras te acercas, mientras tu olor inunda mis pulmones, mientras el roce de tu piel electrifica la mía; mientras nos quedamos solos en una habitación llena de gente que ha dejado de importar.

Es un error.
Casi llego a susurrarlo cuando tus labios me encuentran, a pesar de ser yo quien te buscaba. Besos que saben a fuego, a desenfreno, a eternidad.

Error. Error. Error.
Retumba en mi cabeza, perdida en el encanto de una noche sin hora. Perdida entre confesiones, susurros, música y vaho. Perdida entre tus dedos entrelazados con los míos. Perdida por ti, encontrada en ti. Como una gota de rocío en una tormenta.

Un error.


Las palabras pesan en el corazón más que en los labios que las pronuncian, mis labios, mientras te veo convertirte en niebla y ausencia. Ausencia que se vendrá conmigo como un recuerdo, como un espejismo de otro universo; tal vez, de aquel paralelo que yo sueño.

miércoles, 14 de enero de 2015

Recortes

" Aquella noche, me encontré durmiendo a tu lado. Y tuve miedo. 
Miedo de no poder irme, de no querer irme. Y decidí hacerlo, por si 'luego' resultaba ser demasiado tarde. 
Pero cuando mi pie estaba a punto de tocar el suelo, tu brazo rodeó mi cintura,sonreiste en sueños y continuaste durmiendo.
Y allí estaba yo. Con un pie en la salida de emergencia, pero sin querer irme. Sin miedo, sin dudas.
Volví a meter el pie bajo la sábana y me apreté contra ti. 
Ese fue el momento que me enamoró de ti. "

(Tu, y esos pequeños gestos que hacías sin querer) 

miércoles, 15 de octubre de 2014

No se

Qué difícil es decir adiós. Supongo que todos tenemos lo que se llama una "espinita en el corazón"; una historia sin acabar, un final que no llega, posiblemente, porque nunca hemos querido que lo haga.

Las historias más bonitas, y las más difíciles, suelen ser aquellas que nos empeñamos en mantener abiertas. Cuanto más grande, más profundo, y también más doloroso haya sido un amor, más tiempo permanecerá en nuestra cabeza en forma de "Y si".
¿Y si era el amor de tu vida? ¿Y si esto no es más que una broma cruel del destino? ¿Y si es cuestión de tiempo y paciencia? Mantenemos la esperanza absurda de que el tiempo y la distancia no son más que quimeras, simples trámites que dan emoción a lo que será la aventura de nuestra vida.
Y nos engañamos a nosotros mismos. Una y otra vez. Porque es más sencillo, porque a veces, no hay una explicación, una razón más allá de un "no sé".

Y un día, sin previo aviso, ahí está. Algo tan evidente que hace que no seas capaz de buscar una nueva excusa para mantener la esperanza. Puede ser algo tan tonto como ver vuestros nombres borrados de aquella pared escondida, o algo tan definitivo como recibir una invitación de boda. En cualquiera de los casos, tu ya no eres protagonista en esa historia de amor, en tu historia de amor. Más bien, te has convertido, sin saber cómo, en la malvada bruja rencorosa y con mucho tiempo libre para hacer el mal.

En ese momento, te das cuenta de que llevas viviendo demasiado tiempo en una película. Una película a tu medida, con personajes reales, incluso con una banda sonora espectacular. Pero no es tu película; nunca lo ha sido. Y no te queda más remedio que enfrentarte a esa mentira, y sentir como todo aquello en lo que habías puesto tus esperanzas, tu fe, se convierte en un montón de escombros.

Te pones a pensar ¿Podría haberlo evitado? ¿Hacer o decir algo diferente? Si. Tu lo sabes, todo el mundo lo sabe. Pero eso no hace que duela menos. Porque lo que te duele no es que haya pasado, ni que sea parte del olvido. Se podría decir que ni siquiera te duele que para él no seas más que una nota en un viejo cuaderno. No. 
Lo que duele, lo que llevas y llevarás contigo es una simple pregunta que no tiene respuesta: 
¿Por qué no conmigo?.


miércoles, 1 de octubre de 2014

Y si el amor no es suficiente

Podría prometerte el universo infinito con cada mirada. 
Podría curar cada herida con un beso.
Podría explicarte el mundo desde el corazón, y podría hacerte soñar con una sonrisa.

Siempre he creído que el amor es el corazón del mundo, el epicentro de la energía del Cosmos. Que si tienes amor contigo, todo lo demás acaba llegando. Porque si algo puede salir bien, saldrá bien.

Pero ¿qué sucede si el amor no es suficiente?
Supongo que el amor no lo puede todo. Que a veces, las diferencias, la distancia, el tiempo, son más fuertes. Porque a pesar de que el amor sea el motor, una mariposa no puede luchar contra un vendaval. 


Y ahora, tal vez solo quede prometer un beso, una lágrima. Un adiós.

domingo, 13 de julio de 2014

Olvidarme de tí

¿Olvidarme de ti?
Sería como dejar de mirar la luna por las noches.
Como tener frío en pleno Agosto.
Como disfrutar de un postre salado,
o subirse a un coche para quedarse quieto.

Porque olvidarme de ti
sería olvidar los momentos más bonitos,
y los más tristes.
Sería olvidarme
de la mitad de lo que me hace ser yo,
y me tengo demasiado cariño como para eso.

Pídeme lo que quieras, menos olvidarte.
Porque pienso mirar a la luna todas las noches de mi vida

Vividor o profesional

El mundo no está hecho para los débiles. Parece que esta es la lección que tenemos que aprender todos, lo que la sociedad nos intenta inculcar día tras día. Para triunfar, parece necesario aparcar cualquier sentimiento y cualquier emoción. Solo importa la apariencia, ser un superviviente a los sucesos. Vivir para luchar un día más. 

Cualquier sentimiento, emoción o demostración humana de afecto o sensibilidad se entiende como una falta de dureza, una falta de calidad profesional. Y también, muestra un punto débil para aquellos que no tengan problema en utilizarlo para crecer a tu costa. El cariño está sobrevalorado, y no supone una ventaja.

El ser humano ha perdido el norte. 

No considero que una persona sea menos profesional, o más débil, por mostrar su humanidad. No creo que la ilusión y la pasión quiten objetividad al trabajo. No creo que la tristeza haga que un trabajo sea menos importante. No creo que las ganas de despertarse al lado de otra persona, o el simple hecho de echar a alguien de menos te convierta en un profesional inestable.
No creo que querer a alguien tenga que ser un botón de autodestrucción. 

Muchas veces escucho la frase: "vivir para trabajar o trabajar para vivir". Creo que muchas de esas veces, nos olvidamos que la opción correcta es la segunda. Ser un profesional se entiende como la llegada al éxito, al reconocimiento, al dinero. Parece que la meta es firmar autógrafos, estar bien pagado, hacerse selfies con gente famosa y que dentro de 50 años aparezca tu nombre en los libros de texto. Aunque para ello tengas que olvidarte a ti mismo y convertirte en una máquina eficiente de carne y hueso.

Si este es el futuro de un profesional, no quiero participar de ello. Prefiero sentir un beso, llorar con una despedida, y emocionarme con una canción. Prefiero compartir mi vida y un café por las mañanas, prefiero besar todas las noches y conseguir una sonrisa con mi trabajo, mi esfuerzo y un poco de suerte. Prefiero que me sorprendan con una canción antes que con un diamante. 

Me gustaría vivir en un mundo en el que ser profesional, y ser humano, no sean antónimos. Un mundo en el que no se cuestione con quien compartes el tiempo, sino que la cuestión sea por qué no compartirlo más. Un mundo en el que el profesional sea respetado por amar a una sola mujer y querer formar una familia. Un mundo en el que ni el sexo, ni la religión, ni el amor, ni los gustos, tengan importancia alguna a la hora de trabajar siendo respetado y valorado.

Quiero vivir en un mundo en el que todos podamos ser profesionales capaces y preparados para el mundo, para soportarlo todo. Pero sin olvidar que lo que realmente hace grande a una persona es su condición de ser humano, su capacidad para amar, ilusionar y alentar a otras personas. 
Porque quiero vivir en un mundo en el que no nos conformemos con sobrevivir a lo que nos viene encima; sino que seamos agentes activos de cada suceso, de cada cambio, de cada experiencia, para salir dañados y fortalecidos de cada una de ellas.

Porque el ser humano es extraordinario.

lunes, 28 de abril de 2014

Mi alma antigua en pleno huracán

Es como un pozo sin fondo. Tener la sensación de que un huracán te arrastra y tu no puedes hacer otra cosa que observar como todo es oscuridad y confusión a tu alrededor.
Todo aquello que se puede considerar lo normal, lo correcto, lo predecible, no funciona. La gente engaña, manipula, desaparece. Parece que lo importante es conseguir tu objetivo, sin importar qué o a quién destroces en el intento. El placer es una necesidad y el amor una enfermedad a evitar. El cariño no sirve para nada, y toda amistad tiene como fin último, conseguir un propósito prefijado por una de las partes.

Ya nadie cree en el amor, en ayudar a los demás, en las miradas que lo dicen todo; ya nadie cree enamorarse de una sonrisa, ni la importancia del saber morir y vivir por los demás. La gente necesita proclamar cada pedazo de misericordia, cada acción positiva que realiza, como si fuese una nueva medalla de guerra que colocarse en la pechera. Nadie hace buenas cosas por los demás, sino por la constante necesidad de ser reconocido como algo más que un ser humano.

Y es en este mundo en el que mi alma antigua pretende darse cabida.
Echo de menos cuando un beso significaba un mundo, y la palabra "amigo" representaba un compromiso de por vida hecho desde el cariño, la confianza, y el respeto. Cuando la felicidad era compartida con unos pocos pero todos la podían ver en la cara de los demás. Cuando se tendía una mano a cualquiera que se cayese en el camino, a pesar de no ser más que un desconocido hasta el momento. Echo de menos parar a escuchar el viento y a oler el mar. Las conversaciones nocturnas y el soñar despierto. Cuando una mirada eran mil palabras, tres gestos, y una promesa. Cuando todas las noches había espacio para mirar a la luna y los cuentos de hadas se hacían realidad. Echo de menos la esperanza de que todo acabe bien.

Y ahora, ahora  estoy en el último lugar en el que te gustaría verme.
Siento que la pena, el desconcierto, y el frenesí del huracán me invaden. Siento que a cada vuelta que doy, pierdo parte de mí; parte de ese alma antigua se pierde con cada aproximación a aquello que ahora se considera "normal".
Y no quiero, y me da miedo perderme. No quiero besos vacíos, ni promesas que no valen nada. No quiero canciones dedicadas ni indirectas efímeras.
Lo único que quiero, es que vengas aquí, como antes, y me susurres en voz bajita, que todo va a salir bien, porque tu y yo somos lo único que hace falta para ver la luna,y tal vez, realizar los sueños antiguos en este mundo loco.