jueves, 14 de marzo de 2013

Olvidarte

Lo más difícil que puede intentar una persona a lo largo de su vida es intentar olvidar a aquellos que le han hecho ser quien es. Olvidar a aquellos que han estado ahí, y que ya no están.
Supongo que es un intento de fórmula mágica para evitar el dolor de esa ausencia.

Pero eso no es más que una quimera, un falso invento. Porque jamás el ser humano ha sido capaz de olvidar a alguien amado. Romeo y Julieta llegaron a la desesperación de echarse de menos a morir.
Es imposible que un corazón olvide a otro corazón que haya palpitado junto a él alguna vez.

Lo único que podemos hacer, es dejar que el dolor poco a poco, sea más soportable. Son sobre todo los pequeños gestos, las pequeñas cosas que la vida nos muestra, lo que va haciendo que ese dolor mitigue.
Muy poco a poco, en un proceso lento y que siempre dejará cicatriz, esa herida comienza a curarse. Yo creo que por eso dicen que al final solo nos quedamos con las cosas buenas. Porque todas las malas se borran con el paso del tiempo.

Y al final, nos quedamos con una ausencia que no hace ruido. Una ausencia que cada vez duele menos recordar, pero que nos sigue haciendo sonreir.
Y es esa ausencia, ese dolor dormido, con el que aprendemos a vivir. Sabemos que está ahí, pero ya no nos paraliza, sino que se convierte en calor en las noches en las que estamos solos y sentimos ese frío por dentro...


Nunca me olvidé de cada cosa que me hacía quererte. Jamás olvidé tu sonrisa, tus manos ni tu pelo; nunca olvidé tus manías, ni tus miedos.
Solamente aprendí a vivir sin tí, aunque duela, aunque todavía no entienda por qué no estás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario