jueves, 4 de octubre de 2012

Ausencia

En esta vida constantemente conocemos a gente nueva. Todos los días encontramos gente que aún no conocemos, pero que pueden acabar formando parte de nuestra vida, de nosotros mismos.
Al principio no te das cuenta de su presencia. Tal vez un leve saludo, un pequeño comentario, una sonrisa puntual. Y aunque no signifique nada en ese momento, lo cierto es que imperceptiblemente algo ha comenzado.
Poco a poco, los silencios incómodos, los mensajes breves y los saludos sin importancia se transforman. Tal vez un día sea una sonrisa sincera. Otro día, consigues una mirada. Un saludo, una llamada, un abrazo...
y esa persona a la que no otorgabas importancia en un primer momento, resulta que rompe todas tus barreras y se hace un hueco en tu corazón. 

Te acostumbras a su presencia en tu  vida, como te acostumbras a desayunar tostadas o al edredón caliente en las noches de Enero. Te acostumbras a su mirada por las mañanas. Te acostumbras a beberte su café de desayuno; a pintarle las manos; a buscarle apodos absurdos y a revolverle el pelo. Te acostumbras a su forma de caminar, a su voz, a su perfume y a su música. 

Y, de pronto, zas. Todo desaparece como si no hubiese existido. Pero te das cuenta de que sí ha existido, porque duele, y el dolor es real. 
Es ese dolor que te llega en los momentos cotidianos de cada día en los que solía estar, y tu casi no te percatabas. Y ahora te das cuenta de que esos momentos eran tesoros que no supiste conocer. 
Paseas por esas calles en las que hablasteis de mil cosas. Tomas el café de toda la vida, pero ya no sabe a lo mismo. Miras el móvil y no hay nada donde antes solía haber un mensaje. 
Buscas cada mañana, pero esa mirada suya ya no está.
Y resulta que perder a esa persona que en un principio era indiferente, es algo que te mata.

Pero no es bueno demostrarlo. que va. Siempre nos han dicho que el mundo esta hecho para los valientes, para los fuertes. Que llorar es una debilidad y no sentir nada en absoluto te hace irrompible. 
Así que haces de tripas corazón y te callas. Te proteges con una coraza y finges que no pasa nada. Y ciertamente, para la mayoría de las personas no te pasa nada, estas bien, como siempre. Tal vez un poco más delgada, tal vez con algo de ojeras.
Lo que nadie sabe, es que no eres capaz de comer porque tienes un nudo en el estómago. Lo que nadie sabe es que esas ojeras son de no dormir, o simplemente de tener pesadillas que te destrozan por la noche. Lo que nadie sabe es que cada sonrisa que tu cara esboza en realidad es una imponente necesidad de llorar.Porque nadie puede saberlo. eres fuerte. tu puedes con todo. 

Y eso se lo puedes decir al resto del mundo. Puedes convencerte a ti mismo de que con el tiempo, todo irá a mejor, las heridas cicatrizarán, todo parecerá no tener importancia.
Pero cada noche, al meterte en la cama y apagar la luz, sientes que hay un calor que te falta, el calor de un abrazo que nunca pensaste necesitar, y que nunca estuviste preparada para perder.


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