Es
un error.
Lo
pienso mientras te miro, y tus grandes ojos negros se mantienen fijos en mí,
significando más de lo que dicen.
Es
un error.
Me
lo repito mientras te acercas, mientras tu olor inunda mis pulmones, mientras
el roce de tu piel electrifica la mía; mientras nos quedamos solos en una
habitación llena de gente que ha dejado de importar.
Es
un error.
Casi
llego a susurrarlo cuando tus labios me encuentran, a pesar de ser yo quien te
buscaba. Besos que saben a fuego, a desenfreno, a eternidad.
Error.
Error. Error.
Retumba
en mi cabeza, perdida en el encanto de una noche sin hora. Perdida entre
confesiones, susurros, música y vaho. Perdida entre tus dedos entrelazados con
los míos. Perdida por ti, encontrada en ti. Como una gota de rocío en una
tormenta.
Un
error.
Las
palabras pesan en el corazón más que en los labios que las pronuncian, mis
labios, mientras te veo convertirte en niebla y ausencia. Ausencia que se
vendrá conmigo como un recuerdo, como un espejismo de otro universo; tal vez,
de aquel paralelo que yo sueño.
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