miércoles, 15 de octubre de 2014

No se

Qué difícil es decir adiós. Supongo que todos tenemos lo que se llama una "espinita en el corazón"; una historia sin acabar, un final que no llega, posiblemente, porque nunca hemos querido que lo haga.

Las historias más bonitas, y las más difíciles, suelen ser aquellas que nos empeñamos en mantener abiertas. Cuanto más grande, más profundo, y también más doloroso haya sido un amor, más tiempo permanecerá en nuestra cabeza en forma de "Y si".
¿Y si era el amor de tu vida? ¿Y si esto no es más que una broma cruel del destino? ¿Y si es cuestión de tiempo y paciencia? Mantenemos la esperanza absurda de que el tiempo y la distancia no son más que quimeras, simples trámites que dan emoción a lo que será la aventura de nuestra vida.
Y nos engañamos a nosotros mismos. Una y otra vez. Porque es más sencillo, porque a veces, no hay una explicación, una razón más allá de un "no sé".

Y un día, sin previo aviso, ahí está. Algo tan evidente que hace que no seas capaz de buscar una nueva excusa para mantener la esperanza. Puede ser algo tan tonto como ver vuestros nombres borrados de aquella pared escondida, o algo tan definitivo como recibir una invitación de boda. En cualquiera de los casos, tu ya no eres protagonista en esa historia de amor, en tu historia de amor. Más bien, te has convertido, sin saber cómo, en la malvada bruja rencorosa y con mucho tiempo libre para hacer el mal.

En ese momento, te das cuenta de que llevas viviendo demasiado tiempo en una película. Una película a tu medida, con personajes reales, incluso con una banda sonora espectacular. Pero no es tu película; nunca lo ha sido. Y no te queda más remedio que enfrentarte a esa mentira, y sentir como todo aquello en lo que habías puesto tus esperanzas, tu fe, se convierte en un montón de escombros.

Te pones a pensar ¿Podría haberlo evitado? ¿Hacer o decir algo diferente? Si. Tu lo sabes, todo el mundo lo sabe. Pero eso no hace que duela menos. Porque lo que te duele no es que haya pasado, ni que sea parte del olvido. Se podría decir que ni siquiera te duele que para él no seas más que una nota en un viejo cuaderno. No. 
Lo que duele, lo que llevas y llevarás contigo es una simple pregunta que no tiene respuesta: 
¿Por qué no conmigo?.


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